12/06/10

Bicicleta Maldita

Ahora el boom de los gimnasios en Lima es distinto a lo de antes, al igual que sus miembros que ahora son más jóvenes adoradores de un estilo de Dolce Vita  publicitario que los obliga a verse perfectos exteriormente, el estar bien interiormente no importa,  lo importante es lo exterior, algunos separan la idea de mente sana en cuerpo sano.

Por ello los templos del cuerpo (gimnasios) de ahora te dan una gama de clases y actividades a sus miembros, de acuerdo al tiempo y costo de tu membresía.

Es así que hace unos días tomé una clase de spinning, cycling, o bicicleta estacionaria, no importa el nombre al final es lo mismo; recordando así mis años de adolescente, cuando en otro gimnasio, solía hacer una hora de baile, luego spinning y para rematar en el gimnasio. Epoca en la que me sobraba tiempo y vitalidad, sin presiones de la universidad y trabajo.


En esos tiempos pasados ERA MI PRIMERA VEZ que tomaba la clase de cycling. Era en un cuarto acondicionado para que sea oscuro, un espacio lleno con bicicletas, el espejo, la música y tu. Era bastante envolvente la atmósfera para poder sudar al compás del beat de la canción que te rompe el tímpano.

Yo tenía un profesor que era amigo mio (pero ya no lo veo porque cada uno siguió su camino), parecía un adonis romano hecho por Miguel Angelo, pero con la calidad de un amigo cualquiera, era un poco perturbador conversar con él con su ropa ajustada en licra, más aún en las duchas desnudo. Pero uno llega a acostumbrarse a no contemplarlo embobado. 

Sus clases y música era lo mejor para soportar los 45 minutos de sadomasoquismo voluntario que uno seguía dos o tres veces por semana, de acuerdo a los horarios. Pues él sudaba toda la clase con uno, lo primero que llegaba era a saludarte, si eras nuevo te ayudaba a darte las pautas y modificar la media del asiento y timón de la bicicleta ajustadas a tu cuerpo (lo que muchos ahora veo que no hacen ni se preocupan de otros detalles) luego con el tiempo y continuidad modificaba tu postura, porque uno debe manejar con los codos pegados al cuerpo y las rodillas rectas, ni abierta ni cerradas hacia la bici, y cuando todo estaba listo, ponía la música, y al principio pedaleabas ligero, entrando en calor, con la música acorde al momento, luego bajaba algunas luces, y las modificaba según la circunstancia, subía el volumen, por un momento no existías y tu cuerpo era esclavo de estimulante pedalear al paso marcado por el golpe musical.  

Para ello la mezcla de la  música debía estar preparada para sincronizar a tu pedaleo, con cadencia, no puede ser a destiempo, era como una acompasada marcha de soldados, uno, dos, uno, dos, pero también es importante la ruta a seguir, puede ser una pendiente o terreno plano, para simular el efecto de montar una subida se debe ajustar la manija central que tiene la bicicleta para poner la resistencia dura y asi nos cueste más trabajo pedalear. 

Aparte son tres posturas, tanto con nuestras piernas y brazos,  que viene seguidas del resto del cuerpo, la primera la clásica, la segunda en la que parado sin sentarse rozas el estimulante asiento banana; y por último, la tercera que también estas parado pero el tronco del cuerpo casi horizontal esta puesto para adelante, postura de perrito.

Usando esas posturas y las variaciones de la resistencia es cuanto sudarás como en sauna, tanto que si no corre aire acondicionado podrás poner la mano en el vidrio o espejo como Titanic, y odiaras la clase, sintiendo que dura mil años y que queriendo que termine ya, lo mejor es ir al ritmo de cada uno. Aunque he probado tantos profesores que pocos son buenos, cuando te acostumbras a uno, es difícil al principio acoplarte a su método. Y cuando tienes experiencia en el pedaleo podrás saber que algunos son tan improvisados que no tienen buena música y forma de enseñar. 

Pero a mi lo que me encanta de la clase que parece una discoteca con bicicleta, donde sudas pero no por desplazarte sino estático en una bicicleta, motivado por la música empiezas a peder kilos, a veces disfrutando la melodía a veces odiando al profesor pero no hay nada como ello ya que durante una hora te olvidas de todo y todos, pones tu mente en blanco y un camino frente a ti, si gustas cierras los ojos y eres tu pedaleando en el lugar que tu mejor imagines, tu y nadie más.


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