ÉL, pecado capital
Por JIMENA:
Bailamos toda la noche, lo había visto sólo dos veces en mi vida.
Su andar era imponente.
Después de mucho tiempo un ÉL volvía a llamar lujuriosamente mi atención
Su respiración sobre mi cuello estremecía mi cuerpo.
Podía sentirlo rozar mi espalda, podía sentirlo. Extrañamente eso me excitaba, él lograba excitarme.
Subimos a su auto, la luz del amanecer empezaba a reflejarse sobre las sábanas blancas mal puestas de su cama.
Como dice alguna canción, esa mañana me besó hasta la sombra.
No había amor de por medio…ni a los lados, ni arriba, ni abajo…simplemente no había.
Mis piernas se abrieron de formas distintas, a las ya acostumbradas.
Entró y salió de mí incansables veces.
Nunca lo besé, no podía.
Sus abrazos no eran los mismos a los que estaba acostumbrada.
Su cara no era la que quería ver al despertar.
Nuestros cuerpos sudorosos yacían en la cama como dos amigos que dormían
inocentemente. La inocencia se había roto con la otra parte de mi virginidad
Mi cabeza se llenó de pensamientos extraños… ¿por qué pensaba eso?.
Él dormía aún mientras yo trataba de no hacer ruido al vestirme.
Me despedí con un beso en la frente.
Sólo prendí un cigarrillo.
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