Stop calling! Stop calling! (I´ll call u back...later)
El celular, en una relación de tiempos modernos usualmente es beneficiosa porque tienes una vía de comunicación con tu pareja, y así estar unidos en la distancia, pero a veces eso se vuelve lo contrario cuando las dulces llamadas, o esperados mensajes de texto, se convierten en algo obsesivo, inoportuno o asfixiante. Algunos lo usan como medio para controlar los pasos de nuestra pareja, saber que hace y si realmente está pensando en uno.
A mi me pasó ser ambas partes, víctima y victimario, en tiempos distintos. Hace años salí con un pata de unos cinco años mayor que yo, en ése entonces yo tenía casi veinte años, él mucho más experimentado yo, nos conocimos y gustábamos, aunque nuestras vidas en sus usos y costumbres fueran algo distintas.
A veces yo no podía salir para estar con él un fin de semana por algún motivo X, pero eso no impedía que él saliera porque tenía algún cumpleaños o reunión con sus amigos en alguna discoteca, o casa de alguien, donde habían muchos otros chicos solteros y gays en plan de cacería.
Yo en mi casa, cual doncella encarcelada, aburrido, o donde estuviese, lo llamaba, no sólo una vez sino varias, y lo que uno no ve, o entiende puede mal interpretarlo como: no quiere contestar el fono, lo tiene apagado apropósito, está haciendo algo indebido, me está engañando, o, él está mal, tuvo algún accidente, no llevó su celular, le robarón etc. En un minuto hace una trágica novela mental con inicio y final cantado.
También puede suceder que si contesta y no habla mucho, es porque no me extraña, se aburrió de mi, y salió porque quiere conocer a alguien más, etc. Al final uno piensa muchas cosas que pueden o no ser ciertas, y sólo el tiempo lo dirá, pero mientras tanto la paranoia se apodera de nosotros y es, en muchos casos, que nuestra desbordante imaginación, producto de nuestras inseguridades, o los exagerados comentarios de nuestros amigos, hace que esa persona con la que estamos termine con nosotros por los fantasmas que nos atormentaban, cuando en realidad no pasaba nada.
Eso entendí cuando me tocó salir luego de algunos años con otro pata, yo en mis veinte tantos años con un alguien contemporáneo a mí, descubrí que él era muy meloso cuando empezó a llamarme a cada rato cuando salía sin él, y a veces por le ruido de la música, la mala conexión, la embriaguez del alcohol, el estar conversando de algo importante, estar en medio de un momento divertido, el descuido de no cargar el celular, el no quedarme con crédito para llamarlo y al menos decirle que estaba bien, lo que él creía, como antes yo lo hacía hace años, que sucedía otra cosa.
Pero su continua obsesión y control sobre mis acciones en un lugar y no poder estar sino pendiente de sus llamadas, era agobiante y me hizo ver que no siempre es algo malo o negativo sino que a veces necesitamos nuestro espacio, y que suceda lo que suceda uno al final puede enterarse de ello o no. La confianza es lo ideal, pero también la seguridad de uno mismo porque sino se llegan a aburrir de uno.
Aunque la ligera desconfianza no mostrada ante acciones o situaciones que no concuerdan y el indagar ello pueden revelar algo que no pensamos que pasaría, un engaño de cualquier índole, que al final, nos deja un dolor y a veces nos hace actuar así, y difícilmente nos quita ese mal recuerdo que debemos superar porque sino nos volveremos un poco obsesivos de la desconfianza y no lograremos tener una buena relación.
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